viernes, 11 de marzo de 2016

Reto 5 de 52 del Libro del Escritor: Magia

¡Hola devoradores!

Aquí estoy de nuevo con otro reto. Se que tendría que hacerlo para el domingo, pero hoy me apetecía escribir :) Este quinto reto se trata de escribir un relato teniendo este de argumento la canción que más nos gusta. Yo tengo muchas canciones favoritas, pero me he decantado por la de Strong de Sonna Rele, que su composición forma parte de la película de Cenicienta (que por cierto es de mis pelis favoritas)

¡Espero que os guste!


Magia




Llegó corriendo a la puerta de la casa, llorando. Antes de abrir, se secó los ojos de forma brusca con las manos, aunque fue imposible pues el torrente de lágrimas no dejaba de brotar. Dio un portazo, sin querer, pues lo último que quería era que su familia supiera que había llegado. Antes de tener tiempo a encerrarse en la habitación y dejarse llorar por la frustración, una vocecilla la llamó desde el salón. 

- Noa, cariño, ¿eres tú?

La niña aferraba el pomo de la puerta de su habitación con ansias de poder meterse dentro. No quería contestar a su abuela, pero no quería que pensara que alguien había entrado en casa y causarle una angustia innecesaria. 

- Sí, abuela, soy yo. Ya he llegado. – contesto con voz monótona, intentando que no se le notara la voz quebrada por el disgusto que llevaba encima.

- Anda, ven aquí a darme un beso antes de ponerte delante de ese trasto del demonio y me explicas como ha ido en el colegio hoy. – le animó su abuela desde lejos.

- Abuela… - se quejó la niña.

- Va, deja la mochila en la habitación y habla con tu querida abuelita. – insistió con voz lastimera la mujer.

- Vale… - cedió Noa.

Abrió la habitación dejando ir un suspiró, colocó la mochila lentamente encima de la cama y fue arrastrando los pies hasta el salón, donde su Abuela la esperaba sentada en el sofá haciendo ganchillo. Cuando levantó la cara para mirarla, su expresión seria paso a una más tierna al ver la cara hinchada y los ojos enrojecidos de su nieta.

- ¿Qué ha ocurrido, cariño? – preguntó cuándo Noa se hubo sentado a su lado.

La niña durante unos minutos no dijo nada y solamente miraba el suelo, avergonzada, pues no le gustaba que la vieran así.

- De deberes teníamos que redactar una historia para Lengua Castellana. –empezó a decir Noa, abrazándose a sí misma. 

- ¿Esa que me leíste ayer tan contenta y que me gustó tanto, que iba sobre una niña que viajaba a otro mundo y habían seres mágicos? – le interrumpió la mujer.
Noa asintió.

- El caso es que al dársela a la profe…. – miró a su abuela y los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas. – Ha empezado a leerlo en voz alta, riéndose de ella y ha acabado diciendo que ya soy mayorcita para escribir sobre estas cosas. Y todos en clase se han empezado a reír de mí.

Noa rompió a llorar y la mujer la abrazó contra su pecho, acariciándole la cabeza con ternura.

- ¡Odio ser así y que me gustes estas cosas! – explotó de pronto, sin dejar de llorar apartándose del  abrazo de su abuela – Desearía no haber escrito nunca ese relato tonto.

- ¿Pues sabes que creo yo? – dijo la abuela, cogiéndole una mano. – Que me parece precioso que escribas sobre estas cosas, porque teniendo la edad que tienes es admirable que sigas teniendo un corazón tan bondadoso y lleno de sueños. Y aunque todos se rían de esta afición que tienes, debes hacer oídos sordos de lo que dicen, y ser fuerte. 

Señalo el pecho de su nieta, a la altura de su corazón.

- Debes hacer fuerte a este de aquí, para que nadie pueda romper tus sueños jamás. – la mujer volvió a coger las agujas y la lana y empezó a tejer con una sonrisa en los labios. – Tú deberías reírte de ellos, pues sus corazones son oscuros y tristes. No como el tuyo que brilla como si el mismísimo sol residiera en él.

Noa abrazó a su abuela y le estampó un sonoro beso en la mejilla, con el corazón en calma después de su conversación con ella.

- Gracias, abuela. ¿Que haría yo sin ti?

Y dicho esto salió del salón. La abuela miró de reojo por donde había salido su nieta y musito, sonriendo: Comerte el mundo, cielo. Comerte el mundo.


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