Música y Luna llena
escrito por Anyi
Carmín rojo, mechas californianas y el lunar junto al labio;
esas son las tres cosas que llaman la atención sobre mí a primera vista durante
el día. Por la noche en cambio, soy la que se esconden tras una gabardina y con
sus botas de agua rojas, está sentada detrás de una mesita redonda del bar.
Podría describir el lúgubre lugar, la gente que entre risas y
charlas bebe, los cuadros abstractos que lo adornan. No obstante, hace tiempo
que esas cosas dejaron de importarme. Hace tiempo que solo me fijo en el
escenario. Pero solamente cuando tú estás en él. Tú y tu saxofón, tocando ese
blues que tanto me llega al alma.
Remuevo mi Martini y le pego un trago mientras espero. La
noche está estrellada y tú eres como los hombres lobos que salen cuando la luna
está llena. Pego otro trago a mi bebida y observo las luces que tienen el
privilegio de iluminarte, mientras mi mente divaga en mi pasado.
Aún recuerdo la primera vez que te escuché. Era un martes 3
de Abril y yo una chiquilla enamorada por el sonido del jazz antiguo. Por eso
quizás entré en el bar “Jazz & Blues”, donde las actuaciones semanales me
distraían. Pero no fue hasta que llegaste tú con tu bombín, tus gafas de pasta
y tu saxofón, cuando supe que ibas a ser mi momento favorito del mes. Y allí
llegabas cada luna llena, con tu elegancia y desparpajo y siempre con el mismo
ritual. Quitarte el bombín, dejarlo a tu lado, inspirar, expirar y observar sin
ver a tu público. Tu mirada se fijaba en la mía durante unos instantes. Primero
creía que te fijabas en mí, pero después me di cuenta que tú no puedes ver a
nadie. Te acompañaban al subir y bajar al escenario y yo soñaba con poder ser
esa persona que siempre está a tu lado.
Pero esta noche es diferente, esta noche mientras estás allí
arriba, tu mirada casi perdida solo tiene una dirección y es hacia mí. Yo sonrío
avergonzada, me toco el pelo y me siento tonta. Y antes de hacer tu magia, sonríes
y parece que me sonríes. Entonces el público calla sus murmullos y tú tocas.
Tocas ese blues que tanto me llega al alma. Tocas para el
público, pero mi tonto corazón desea que solo tocaras para mí. Por ello nunca
miro al público, para mí siempre han sido borrones y tú eres el enfoque que da
sentido a ciertos días.
Y cuando terminas, yo suspiro. Aplaudo y supongo que los
demás también, pero solo escucho mis aplausos en donde van implícito más
palabras de las que pudiera decirte.
Una vez que terminas tu actuación, recoges tu saxofón, te
vuelves a poner el bombín y tu ayudante te ayuda a bajar de allí. Envidio a tu
ayudante, no sabes cuánto, porque es tu gran apoyo y espero que lo sea en todos
los sentidos. La observo con celos, es tan hermosa que parece incluso injusto
que no pudieras apreciar su belleza; aunque supongo que hay otro tipo de
belleza que sí que puedes. De ahí tu música. De ahí tu aura que desprendes.
Y te vas y ella te acompaña del brazo con una sonrisa en su
cara.
Termino mi Martini y me levanto, contando mentalmente, los
días que quedan para volver a escucharte. Salgo del bar. Está lloviendo y no he
cogido paraguas, por lo que voy corriendo a la parada del autobús. Y allí estás
tú, esperando con tu ayudante rubia. Ambos me miráis y sonreís. Y yo creo que
sonrío pero no reacciono. Y quiero decir tantas cosas que me quedo embobada.
En esos instantes un autobús aparece, pero no es el mío. Es
el tuyo. Y antes de que te vayas digo o grito, no sé, no tengo el control de mi
voz.
—Esperare a escucharte en la siguiente luna.
Te vuelves y me miras sin verme del todo. Sonríes y asientes
con la cabeza en señal de agradecimiento.
El autobús se va y tú te vas con él, pero sabiendo que en la
siguiente luna volveré a escucharte en silencio. En la siguiente luna llena, te
volveré a ver.
El blog de la autora: http://magicangy.blogspot.com.es/
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